lunes, 22 de agosto de 2011

Alberto Garzón: "Una sociedad no es sana cuando paga más a banqueros que a ingenieros"

"Más que una tasa a los bancos, lo que hace falta es prohibir por ley determinadas prácticas financieras que son una locura"
>> "La crisis ha demostrado que muchos gobiernos actuaron en contra de su ortodoxia y con miedo"

Alberto Garzón Espinosa es un joven economista de Attac España con numerosas participaciones en los medios de comunicación, que da a conocer su visión alternativa de la situación económica actual y de la economía en general. Attac es un movimiento internacional altermundista que promueve el control democrático de los mercados financieros y las instituciones encargadas de su control. Se originó en Francia en 1998. En esta entrevista, Alberto Garzón muestra su punto de vista sobre los últimos acontecimientos económicos.

¿La tensión vivida las últimas semanas en los mercados se debe más a la especulación o tiene fundamentos reales?
Obedece más a especulación. Se supone que la prima de riesgo es el diferencial entre la solidez de una economía y la de referencia, que es la alemana, y se da por hecho que cuando sube la prima en España significa que su economía está perdiendo solidez. Detrás de todo esto hay muchos movimientos especulativos pero también hay mucha inercia. Son dos cosas: por un lado hay una inercia, y es el hecho de que los inversores tienen miedo y se refugian en países sólidos, como Alemania. Eso hace que su rentabilidad baje y suba la prima española. Por otro lado, y el más importante, es que hay muchos elementos especulativos que, aprovechando el río revuelto, intentan pescar. Y atacan las economías más débiles, sobre las que hay rumores de situaciones inestables, que siempre tienen una parte de fundamento pero que se exageran para sacar un mayor rendimiento.
En los rescates había algo de fundamento, pero ¿no se ahogaron los países rescatados por culpa del acoso de los mercados?
Claro, de hecho el porcentaje de deuda pública respecto al PIB de España es inferior incluso al de Alemania y muy inferior en comparación con el de Italia o Grecia. Al final lo que ocurre es que el capital financiero, que son los fondos de inversión y el dinero movido por los bancos y las grandes fortunas, es un dinero que le da igual dónde estar, le da igual el mercado de futuros o de acciones. Lo único que busca es la mayor rentabilidad en el menor espacio de tiempo posible. Gracias a la tecnología eso es cada vez más fácil porque se mueve el dinero con mucha velocidad. Cuando el Gobierno griego reconoció que se habían falseado las cuentas públicas eso reveló una debilidad. Eso es como la sangre para los tiburones. Los especuladores aprovecharon esta circunstancia emitiendo nuevos rumores y usaron a las agencias de calificación para hacer mucho dinero. Las autoridades no hicieron nada para evitar esa sangría. La prima de riesgo se disparó y eso hizo que Grecia se endeudara más caro, lo que se convierte en un círculo vicioso al que se suma la exigencia de aplicar medidas de ajuste que reducen la posibilidad de que se pueda devolver alguna vez la deuda.
¿El acuerdo de Merkel y Sarkozy fue forzado ante el temor de un contagio a la propia Francia y Alemania?
Creo que la conclusión que en esta crisis nos queda de la actitud de las autoridades es que han reaccionado poco a poco y con miedo, porque han tenido que adoptar medidas que van en contra de su ortodoxia, como en el caso de las nacionalizaciones de los bancos en EE UU o Reino Unido. Un poco le ha ocurrido también al Banco Central Europeo, que ha intentado no salirse de la ortodoxia pero no pudo evitar la compra de deuda pública en el mercado secundario para atajar el repunte de las tensiones en los mercados. Van aplicando iniciativas en contra de su ideología pero empujados por la necesidad, aunque el ritmo en llevarlas a cabo es lento. La nueva tasa a las transacciones financieras está muy bien, es necesaria pero insuficiente. Lo que hace falta es una regulación. Hay que prohibir determinadas prácticas que son una locura, que solo son instrumentos que sirven para que unos grandes fondos sigan haciendo dinero, pero que no tienen ningún beneficio para la economía productiva. Ahora se han prohibido las ventas a corto en la Bolsa para frenar la especulación, aunque solo se aplicará durante 15 días, es decir, que se hace con miedo. Pero sí reaccionan forzados por la situación.
El Banco de España y el Ministerio de Economía estaban trabajando en una regulación que limite los sueldos de los banqueros para desincentivar la asunción de riesgos. ¿Le parece una buena medida?
Es una de esas medidas que se plantea, sale en prensa y se empieza a negociar pero de la que luego no se sabe nada. A mí me parece bien esa propuesta porque una sociedad que paga más a banqueros que a ingenieros de la economía real no está sana. Pero creo que la medida económica que realmente importa es controlar los beneficios de las empresas, que de ahí también salen los salarios. Hay que controlarlos para que reviertan en la economía productiva, que generen empleo. Pero poner impuestos a los beneficios o generar incentivos para que esos beneficios se dirijan a un lado es una cuestión diferente de poner un máximo al sueldo de los directivos, que de todas formas siempre van a poder escaparse, ya que hay muchas formas de remunerarlos. Me parece una medida populista porque suena muy bien y mucho, pero a efectos prácticos no creo que tenga mucho valor.
¿Las medidas aplicadas en España son suficientes o son necesarios más ajustes?
Creo que no solo no son necesarias, sino que son contraproducentes, porque se supone que están forzadas por los mercados, que son los que han prestado a España y los que quieren que se les devuelva ese dinero. España, como cualquier otro país, tiene ingresos y gastos. Los ingresos han caído debido a la crisis, pero han subido los gastos, porque se han rescatado empresas, se hicieron planes de estímulo. Entonces esa ratio de ingresos y gastos se ha desmedido y la deuda ha aumentado. Los mercados piden reformas que garanticen que el país va a tener ingresos suficientes o menos gastos para devolverles lo prestado. Esa es la línea de fondo. Por ello fuerzan a hacer medidas para rebajar el gasto. Sin embargo, si se disminuye el gasto público, que es un estimulante del crecimiento, y además se hace una reforma del mercado laboral, que incluye el Pacto del Euro, el efecto es la disminución del poder adquisitivo de un país. A esto hay que sumar una descentralización de la negociación colectiva y la moderación salarial. Con este panorama, se entra de nuevo en recesión. Al final, al intentar bajar el gasto también se rebaja el ingreso y se mantiene la misma circunstancia.
¿Crees que trabajadores españoles se tendrán que ir en masa a trabajar fuera? ¿Qué solución hay para las pymes que tienen todo o casi todo su negocio en el mercado español?
Sobre el mercado de trabajo es sencillo. Como hay mucho paro están interpretando que es un problema del mercado laboral, cuando en realidad se trata de una falta de demanda. Las empresas no pueden vender y, por lo tanto, tienen que despedir trabajadores. Despedir es muy fácil, pero las empresas no contratan porque saben que no pueden vender la producción debido a la debilidad de la economía doméstica. Eso tiene mucho que ver con las pymes, que generan entre el 70% y el 80% del empleo en España. La mayoría no exporta, sino que se dedica a vender a los propios españoles. Las que mejor llevan la situación son las que venden fuera, que son algunas pymes, pero sobre todo las grandes empresas. Por ejemplo, el Pacto del Euro habla mucho de exportar, lo que beneficia a las grandes compañías pero machaca a las pequeñas. Con esto se hunde el mercado interno para poder vivir del externo. Eso destruye la capacidad de crear empleo de las pymes. Hay que crecer fortaleciendo el mercado interno y promover la financiación a las pymes, que se quejan de que van al banco y no obtienen crédito. Eso requiere  que el Estado se ponga manos a la obra y genere líneas de préstamos a través de una banca pública que no necesite de la intermediación de la banca privada, como ha sucedido hasta ahora. Al final los bancos privados no prestaron porque no querían perder ese dinero tan barato y lo que hicieron fue prestárselo al Estado otra vez. Por tanto, el Estado actuó muy mal al usar la banca privada como intermediario, cuando lo que debería haber hecho es generar líneas de crédito a aquellos sectores que lo necesiten.

xornal

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