lunes, 29 de agosto de 2011

Los indignados musulmanes

Son muchas las minorías indignadas con el actual estado de cosas en nuestra Democracia. También hay alrededor de 2 millones de ciudadanos musulmanes que buscamos un lugar propio en el seno de las diferentes Comunidades autónomas, en el seno de nuestra sociedad democrática, sin apenas lograrlo. En este contexto, todos, indignados o no, todos somos perdedores.



La Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, es el organismo que en nombre del Estado de Derecho, viene regulando las diferentes Asociaciones Religiosas y entre ellas, las asociaciones musulmanas: facilitando a unas, dificultando a otras y perjudicando a todas; con una maniobra muy peligrosa y arriesgada que busca, fuera de brindis al sol y otras declaraciones oficiosas, hacer del Islam y de los musulmanes un hecho conflictivo y marginal.



Hay que decir de una vez por todas, que desde la Dirección General de Asuntos Religiosos se propicia que las diferentes asociaciones musulmanas, se vean taradas en su funcionamiento interno por juntas directivas corruptas, inmovilistas, autoritarias y que pretenden incluso en una sociedad democrática, regular las relaciones sociales de ámbito personal; para entendernos: protegerme a mí... contra mí mismo.



La verdadera democracia debe reconocer y garantizar a cada uno de sus ciudadanos, cuando alcanzan su mayoría de edad, sean de religión o ideología que sean, autonomía ética, de pensamiento... , lo que llamaríamos con más propiedad libertad, dharma o destino. Sin obligación de aceptar tutela alguna, publica o privada; protegiendo esta autonomía personal y garantizando este derecho.



Pues bien, este derecho que debe ser protegido por el Estado democrático, es vulnerado por la propia Dirección General de Asuntos Religiosos, que mira hacia otro lado ante numerosas asociaciones religiosas, entre ellas también algunas asociaciones musulmanas, que sufren la presión de juntas directivas corruptas, dictatoriales y antidemocráticas, que burlan los derechos más elementales de sus asociados. Incluso, cuando dichos asociados y asociadas actúan de forma democrática y estatutaria contra estos grados diversos de ruindad, ostentación, de estulticia o sordidez humana, esta Dirección General activa la maquinaria represora del Estado, tratando en el fondo a las diferentes religiones y a sus asociados como algo triste, caduco y propio de la demencia de los mortales.



Este paternalismo del Ministerio de Justicia, quiere hacer de los musulmanes y musulmanas organizados en torno al Islam, menores de edad permanentes, incapaces de elegir democráticamente lo que más nos conviene. Esta Dirección General actúa para proteger modelos asociativos totalitarios y corruptos, lo que Goethe resume perfectamente en suprotervo dictum:” prefiero el orden a la libertad “. Frente a ello, entendemos que el utilitarismo mezquino de esta Dirección General, no debería nunca prevalecer sobre la alta dignidad de ser libres.



Pongamos un ejemplo: la asociación de musulmanes y musulmanas, “Yama´a Islámica de Al-Andalus-Liga Morisca”, a través de la búsqueda de consensos, ha celebrado diferentes asambleas generales desde hace más de 8 años, persiguiendo que la Dirección General de Asuntos Religiosos reconozca una nueva junta directiva elegida democráticamente, en sustitución de la actual, sin conseguirlo, debido a diferentes trabas injustificables.



Entretanto, la actual junta directiva ha expulsado, ante la menor contestación a su presidente, las asambleas provinciales de Córdoba, Sevilla, Jerez de la Frontera-Cádiz, Málaga, Granada, más de 40 miembros de la asamblea de Almería, además de otros musulmanes y musulmanas residentes en Barcelona, Valencia y otras ciudades del Estado español. Han pretendido expulsar a más del 95% del los asociados con métodos pespunteados con trazas fascistas, siendo rechazadas dichas expulsiones por el Juzgado de Instrucción número 20 de Sevilla, y también por el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Jerez de la Frontera.



También se ha vendido el 50% del patrimonio inmobiliario de dicha asociación musulmana, estando a la espera de diferentes recursos judiciales; todo ello, con un valor de tasación de un millón ochocientos mil euros. No hay información alguna del destino del dinero de dichas ventas. Ahora, se pretende vender también a un empresario de hostelería, la Mezquita y Universidad Islámica Averroes de Córdoba, sita en la calleja de la hoguera nº 3, por el importe de un millón de euros. Para ello, han cerrado por la fuerza dichas instalaciones en pleno mes de Ramadán, contratando a una empresa de vigilantes jurados las 24 horas del día, con un coste de unos 9.000 euros mensuales, impidiendo la entrada a todos los musulmanes y musulmanas.



Esta situación de absurdo legal y racional, crea un sentimiento más trágico que esperanzado entre los musulmanes y musulmanas. De esta manera, el Estado de Derecho se transforma para nosotros en burla cruel y amarga. La grandeza de la verdadera Democracia se convierte en bufonada. Los sublime y trascendente del Islam como es la vida en comunidad y en libertad, el Ministerio de Justicia lo ha transformado en picaresca....



La falta de democracia siempre genera graves perjuicios. Somos muchos los ciudadanos y ciudadanas musulmanes, que en el ejercicio de nuestra libertad y derechos democráticos, estamos dispuestos a incurrir en la responsabilidad que proceda. Si la libertad y la democracia sacan a la luz lo mejor del ciudadano, la ausencia de éstas también pueden sacar lo peor... No queremos que la democracia se convierta en una sucesión de confusiones truculentas, enredos administrativos e indignación ciudadana.



Las intenciones y comportamientos obscuros, o la pura torpeza ante democrática de algunos políticos y funcionarios, tienen que ser desterrados de nuestra sociedad. Los musulmanes y musulmanas que apostamos por la libertad, rechazamos la violencia que sobre nuestras vidas ejerce la mentira oficial y el consiguiente desengaño emocional. Buscamos transitar de forma esperanzada por lo mejor de nuestro mundo, por lo mejor de nosotros mismos, no resignándonos a malvivir como indignados.

feeri

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