martes, 2 de agosto de 2011

Una activista documenta la violencia contra los manifestantes en Siria...


DAMASCO, Siria (CNN) — Ella pide que la llamemos “Laila”, no es su nombre verdadero, pero debe proteger su identidad por su propia seguridad.
Activista de derechos humanos y abogada, Laila afirma que ha estado en al menos dos decenas de manifestaciones en contra del gobierno dentro y alrededor de Damasco, ya que quería ver de primera mano las violaciones del régimen sirio.
“Las fuerzas de seguridad se pusieron en frente de los manifestantes y había menos de 10 metros entre ellos cuando la fuerzas de seguridad empezaron a dispararles”, recuerda Laila.
Laila comenta que al menos cinco personas que estaban a su lado recibieron disparos y murieron, a pesar de que las manifestaciones eran pacíficas.
Cuestionada sobre qué tan seguido presenciaba que las fuerzas de seguridad disparaban sobre los manifestantes, respondió: “Todo el tiempo, todas la veces”.
Sin embargo, un importante asesor del presidente sirio Bashar al-Assad sostiene que el gobierno no está atacando a manifestantes pacíficos y afirma que “bandas armadas” son las responsables de la violencia.
La agitación en Siria comenzó en marzo después de que adolescentes fueran arrestados por escribir con graffiti consignas antigubernamentales en la ciudad sureña de Daraa.
Al intensificarse los enfrentamientos, los manifestantes cambiaron sus demandas, pasando de llamados a favor de la libertad y el fin de los abusos de las fuerzas de seguridad a exigir la salida del régimen del presidente Bashar al-Assad.
El miércoles pasado, Human Rights Watch dijo que las fuerzas de seguridad intensifciaron su campaña de arrestos masivos en las ciudades donde ha habido manifestaciones en contra del gobierno. Entre estas ciudades están Hama, Homs y los suburbios de Damasco, informó el grupo.
Pero Laila insiste en que todas las manifestaciones que ha presenciado han sido pacíficas.
“¿Cómo terminan siempre estas protestas?”, se pregunta retóricamente. “Con las fuerzas de seguridad y al-Shabiha (bandas a favor del gobierno) atacando a los manifestantes”.
Laila dice que también visita a manifestantes heridos y archiva sus historias, aunque señala que tiene que ocultar sus verdaderas identidades ya que podría poner sus vidas en riesgo.
Incluso ella fue detenida en una ocasión, durante 48 horas, aunque liberada sin ningún percance. Ella considera que sus conocimientos jurídicos la mantuvieron a salvo.
Sin embargo, afirma que la situación es distinta para los demás.
“He visto cómo tratan a los prisioneros aquí. No los ven como seres humanos”.
“Los hacen desnudarse y los golpean cada que pueden. Por ejemplo, si quieren ir al baño, los van golpeando todo el camino. Yo ví como obligaron a un prisionero a tomar agua del escusado”.
Ella sigue determinada a continuar con su misión de contar esta historia. Laila se ve obligada a esconderse en su propia ciudad, cuidándose la espalda constantemente y arriesgando su vida una y otra vez.
Asimismo, los manifestantes parecen contar con esta misma determinación, manteniendo un desafío sin precedentes al gobierno sirio.
Por primera vez en 50 años, el viejo método empleado por los militares de callar o comprar las voces opositoras no está funcionando, según el analista político Rami Khouray, quien vive en Beirut.
“Por lo tanto, existe una especie de reacción ligeramente esquizofrénica que pienso es producto de que el régimen no sabe cómo manejar este gran cambio político”, señaló Rami.
“Nunca se han enfrentado a nada similar, no cuentan con las herramientas para manejar esta situación y por eso es que vemos estas contradictorias respuestas políticas y militares que no parecen hacer ningún sentido”.
Por un lado, afirma, el gobierno se ha percatado de que tiene que haber una solución política, de ahí la conferencia por un diálogo nacional y la discusión sobre reformas significativas. Pero al mismo tiempo, el régimen sigue transitando la ruta militar, negándose a bajar la intensidad y enfocándose a lo que ellos llaman “bandas armadas” impulsadas por poderes extranjeros que buscan derrocar al gobierno de Assad.
“Este tipo de reto nunca ha sido experimentado por estos regímenes y podemos ver que nos saben qué hacer”, agregó Khoury.
En Homs, los activistas temen que el gobierno esté promoviendo tensiones sectarias en un desesperado intento por aferrarse al poder.
La sensación de muchas personas es que las manifestaciones y el derramamiento de sangre van a continuar durante meses.
Según Khoury, esto ocurrirá hasta que la economía siria empiece a ser afectada.
“La combinación del estrés económico interno y presión política externa obligarán a que todos empiecen a buscar un arreglo político para solucionar esto”, agregó.
“Es difícil vislumbrar un proceso de reforma política que satisfaga completamente a cualquier bando. Es muy complicado, lo que tenemos aquí es un desafío existencial a la naturaleza de este gobierno y régimen, el cual presentan personas que están listas para arriesgar sus vidas”. Esas personas son como Laila.
“¿Me preguntaron por qué salgo a las calles? Porque es nuestro país… Y es nuestra responsabilidad hacerlo mejor”.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario