domingo, 23 de octubre de 2011

Renunciar al velo islámico sería como quitarme la piel

La niña del velo sigue las clases con fotocopias. Cumple su horario sentada en la biblioteca, vigilada por el profesor de guardia. El miércoles empieza con Plástica. Cuando termina la hora se acerca al aula de 1º B, donde están sus compañeros, para que la vea el profesor y no le ponga falta. Repite el paseo cuatro veces para justificar que sigue allí, a unos metros, durante las otras clases: Matemáticas, Conocimiento, Tecnología... Así cada día. Ve a su amiga colombiana durante el recreo. "Sí, creo que ella me entiende". Hablan de sus cosas, se ríen. Vuelven juntas a casa. Ella carga con una mochila rosa en la que lleva los apuntes del examen que hará a solas.

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La menor, de 13 años y origen marroquí, protagoniza la última polémica que mezcla el hiyab (pañuelo islámico) y las aulas. Estudia en el instituto Félix Rodríguez de la Fuente, una construcción de ladrillo visto en el barrio del Gamonal (Burgos). La dirección del centro avisó al padre desde el primer día: no está permitido el velo. El reglamento de régimen interior del centro incluye un artículo sobre la vestimenta. Bajo techo, los alumnos "tendrán descubierta la cabeza salvo que, por prescripción médica acreditada, no puedan hacerlo". La chica pasó nueve días sin ir a clase y lleva otras tres semanas siguiendo las lecciones en la biblioteca. La familia defiende que un velo no es como una gorra. El centro contrapone que no entra en cuestiones religiosas, solo en códigos de conducta. Y ella sigue paseando su mochila sin entrar en el aula. Es un caso "inédito", según Iván Jiménez Aybar, abogado de la familia. "Es la primera vez en España en la que, mientras se decide si se permite el hiyab, se ha apartado a la niña de todas las clases".

Ella dice tenerlo claro: "Lo primero es mi religión". Sentada en el salón de su casa, con toda la familia alrededor de un cuscús con calabaza, se explica con voz suave. Se puso el velo por primera vez con 11 años, lo llevó en el colegio concertado al que acudía hasta el año pasado "como parte de su indumentaria, no ocasionando ningún tipo de problema", según la notificación de respaldo que firmó el director de su antiguo centro. Asegura que su padre, Brahim, le ha pedido varias veces que se lo quite. También su madre, Khadija (37), que no ha aprendido castellano tras cinco años en España. La niña se ajusta el pañuelo dorado que combina con su jersey verde. Y lo dice con voz queda, como el que habla de una nimiedad: "Renunciar al velo sería como quitarme la piel".

"Este es el primer problema que tengo en España, no queremos líos, solo paz", dice su padre. Brahim, de 40 años, se trasladó a España hace una década desde Tinghir, una ciudad rodeada de montañas en el centro de Marruecos. Ha trabajado en la construcción y en una fábrica de trenes. Su familia se le unió en 2006. Tiene cinco hijos; la niña del velo es la tercera tras dos varones. Le sigue otra de dos años que corretea por el salón y un bebé de tres meses al que la madre anuda a su espalda con un pañuelo para que se duerma.

Brahim está de baja por una hernia discal desde hace nueve meses. Dedica casi todo su tiempo al caso de la hija. Acumula documentos y peticiones en un archivador marrón. El último escrito que han presentado es una denuncia ante el Fiscal de Menores de Burgos. "Queremos que se garantice lo antes posible su derecho a ser escolarizada de modo pleno", explica Jiménez Aybar, que también es profesor de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad Autónoma de Barcelona. "La gravedad del asunto nos ha llevado a denunciar al director ante la Fiscalía, su actuación podría ser constitutiva de delito. Aislar a una menor de sus compañeros debe ser la última opción. Nada paliará las semanas de aislamiento a las que se le somete".

Al director del instituto, Eusebio López, le gusta la mitología. "Este hombre es como Agamenón: sacrifica a su hija para que las naves tengan viento", dice sentado en su despacho López, que acusa al padre de "victimismo" y defiende que ellos no entran en asuntos religiosos. "Es un asunto de indisciplina, no de valorar creencias". El abogado le remitió un informe en el que recuerda que el velo está admitido en la foto del Documento Nacional de Identidad. "No hablamos de identificar, está perfectamente identificada con el velo como lo estaría con una pamela", replica el director. E insiste: "O cumple el reglamento o cambia de centro". La Consejería de Educación respalda la decisión del instituto y recuerda que se han ofrecido otros centros en los que el reglamento no alude a cabezas descubiertas. "Si se marcha será porque la obligan", rechaza el padre. Mañana volverá a la biblioteca.

elpais.com

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