Un helicoptero Chinook, derribado en el peor ataque en Afganistán, De los 38 soldados muertos, 25 eran de la unidad SEAL que mató a Ben Laden...
Jornada negra para las tropas estadounidenses en Afganistán tras perder de golpe a 31 soldados al ser derribado por un cohete el helicóptero que los trasportaba. Además de los militares de EE UU, 25 de ellos de las fuerzas especiales SEAL, también murieron seis miembros de las fuerzas afganas y un intérprete que iban a bordo...
Se trata del peor ataque talibán contra la OTAN desde que comenzó la guerra en 2001. El incidente se produce en un momento en que el Ejército estadounidense ha empezado con la primera fase de la retirada y las fuerzas afganas han asumido la responsabilidad de la seguridad en siete áreas del país. El helicóptero Chinook regresaba en la madrugada de ayer de una operación contra un bastión insurgente en la provincia de Wardak, en el centro de Afganistán, y se estrelló en el valle del Tangi, al este de Kabul.
La volátil provincia de Wardak es uno de los feudos insurgentes más fuertes del país, donde las tropas aliadas combaten con dureza a los rebeldes. Precisamente poco antes de que se produjera el ataque contra el helicóptero, sobre las 02:00 hora local, hubo un tiroteo entre las fuerzas estadounidenses y los insurgentes apostados en el tejado de la vivienda de un líder talibán en la aldea de Sayd Abad, según testigos de la zona, citados por AFP. En el combate murieron al menos ocho islamistas. Otro testigo, identificado como Majab, declaró haber visto «un helicóptero que fue derribado y se prendió fuego».
El accidente, el más mortífero de la guerra, llega en un momento en que funcionarios de EE UU aseguraban que las estadísticas militares muestran una reducción de la violencia en Afganistán. Las tropas estadounidenses dependen cada vez más de las incursiones nocturnas de las fuerzas especiales para acabar con los talibán. Si bien las operaciones especiales de EE UU han logrado reducir la violencia en el sur del país, la actividad talibán ha crecido durante estos meses en las provincias del norte de Afganistán.
Regocijo talibánLos talibán no tardaron en jactarse de su hazaña. Un portavoz insurgente, Zabiullah Mujahid, afirmó que el helicóptero militar de EE UU fue derribado por un ataque con cohetes. Mujahid aseguró que los talibán dispararon contra la OTAN y derribaron el aparato, matando a toda la tripulación.
Los insurgentes a menudo exageran en el número de bajas extranjeras en sus declaraciones a los medios de comunicación, pero en esta ocasión la cifra de militares estadounidenses muertos ha sido confirmada tanto por el propio presidente afgano, Hamid Karzai, como por fuentes de las ISAF en Kabul consultadas por LA RAZÓN.
Con estas muertes ya suman 374 soldados extranjeros caídos en Afganistán en lo que va de año. No obstante, aún no hay confirmación por parte de la OTAN de que el helicóptero fue derribado por los insurgentes o de si el suceso se debió a un accidente aéreo. «Un helicóptero Chinook se estrelló en la madrugada en Sayd Abad durante una operación de las fuerzas especiales. Pero no hay confirmación de que fuera un ataque. Estamos investigando», declaró a LA RAZÓN, Josttin Brockhoff, capitán de la Fuerza Aérea de EE UU.
Tras enterarse de la fatal noticia por la muerte de 31 de sus soldados, el presidente Barack Obama aseguró que el Ejército norteamericano continuará luchando por la seguridad nacional.
«Su muerte es un recordatorio de los sacrificios extraordinarios que hacen nuestros hombres y mujeres en el Ejército y sus familias, incluyendo aquellos que prestan servicio en Afganistán», declaró el presidente en un comunicado.
La ayuda occidental, dilapidada
La comunidad internacional ha fracasado en su intento de convertir Agfanistán en un país políticamente estable y económicamente viable, según un informe publicado por el International Crisis Group (ICG). «A pesar de los miles de millones de dólares destinados a la estabilización del país, las instituciones estatales siguen siendo frágiles y no pueden proporcionar una buena gobernanza, prestar servicios básicos a la mayoría de la población o garantizar la seguridad humana», indica el informe publicado esta semana. Los índices de violencia son más altos que los de antes de 2001, cuando comenzó la intervención por parte de EE UU y sus aliados en el país, indica ICG. Además, Afganistán sigue siendo uno de los países más pobres del mundo.También ha empeorado la situación en el sector público, donde, según el informe, se registra uno de los niveles más altos de corrupción de todo el mundo, sólo superado por los de Somalia y Myanmar. La retirada de las tropas de la ISAF, que comenzó el mes pasado y que se prevé que terminará en 2014, podría empeorar la situación, insiste el informe, ya que «no existe la posibilidad de que las fuerzas nacionales de seguridad logren estabilizar el país a menos que se lleve a cabo un cambio significativo en la estrategia internacional. El texto concluye que Afganistán continuará necesitando «asistencia política, técnica y económica».
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