martes, 31 de enero de 2012

Magreb: Personajes en busca de una primavera marroquí

Las manifestaciones continúan en Marruecos. Encuentro con varios jóvenes contestatarios implicados en el movimiento del 20 de febrero de 2011 para comprender mejor sus motivaciones en 2012.

Desde el 20 de febrero de 2011, en Marruecos se han producido y se producen todavía grandes manifestaciones. La reforma de la Constitución, aprobada por el 98,5% de los votantes, pero boicoteada por los partidos de izquierda y los sindicatos, ha introducido algunos elementos democráticos. Pero muchos marroquíes consideran que estos cambios solo son un lavado de cara. Las manifestaciones continúan en muchas ciudades marroquíes y hasta en París. Las reivindicaciones de los manifestantes están en la línea de la Primavera Árabe (democracia, libertad, justicia social), pero la mayoría no llega a solicitar que se vaya el Rey.

En Alemania, he podido conversar con Najah, que me indica que es el primer domingo que no va a manifestarse desde el pasado 20 de febrero . Convencida de la necesidad de establecer una verdadera democracia, la joven estudiante participa a las reuniones y manifestaciones del 20 de febrero. Este movimiento cuenta con el apoyo de numerosas ONG y de cinco partidos políticos. En Marruecos existe una sociedad civil muy activa, por lo que las manifestaciones no representan una novedad para el país. En 2004, una gran movilización de asociaciones condujo a una reforma del status personal de las mujeres y la introducción de importantes mejoras en los derechos de la mujer. Sin embargo, no todos los manifestantes hacen como Najah. Soufiane participó en algunas manifestaciones, pero ha dejado de ir. Según él, algunas cosas han cambiado tras la reforma de la Constitución, pero la corrupción continúa. No deja de condenar a los “ladrones”, funcionarios que se enriquecen en detrimento de los ciudadanos de a pie. En la página de Facebook del Movimiento del 20 de febrero de Casablanca, Karim Chakib escribe: “Todos somos monárquicos, pero cuidado con los hipócritas y ladrones que son más monárquicos que el Rey…”.



Amar, que vive en Marrakech, confirma que el movimiento político se transforma cada vez más en movimiento social. Esa transformación se refleja también en el cambio de ubicación de las manifestaciones, que han pasado de las grandes avenidas, por ejemplo delante del Parlamento, a los barrios populares. “Hay que acercarse a la gente”, me explica Yassir, de Rabat. Él es miembro de tres asociaciones y forma parte del 4% de marroquíes que se adhieren a un partido político o a un sindicato. Boicoteó el referéndum sobre la reforma constitucional que considera solo un lavado de cara. Para él, un Marruecos sin rey es una posibilidad que se podría considerar “si el Rey sigue ignorando las reivindicaciones del movimiento”.

¿Cuál es la posición del movimiento contestatario frente al rey Mohamed VI? Muchos consideran que el Rey debe ceder poder, sin reivindicar sin embargo su abdicación. El Rey dispone de una triple legitimidad: religiosa –como descendiente directo del profeta Mahoma–, histórica –tras 12 siglos, Marruecos es una monarquía y el único país árabe a no haber estado bajo dominación otomana– y política exterior –las reformas introducidas por Mohamed VI han sido a menudo consideradas ejemplares por la Unión Europea y por el Consejo de Europa–.

Saïd no se considera miembro del movimiento, incluso si ha participado en algunas manifestaciones. Tras el anuncio de las elecciones legislativas del 25 de noviembre de 2011 y el reconocimiento en la nueva Constitución de los “amazighs”, a menudo llamados “bereberes” , ya no encuentra motivos para salir a la calle a manifestarse. La cuestión “bereber”, que él prefiere denominar amazigh, es muy importante para numerosos habitantes de Casablanca.

Yousra y Amal tampoco pertenecen al movimiento de protesta. Según Yousra, el Rey ha realizado reformas y ha reaccionado bien, lanzando programas económicos. “Es eso lo que explica la relativa calma que reina en Marruecos en comparación con el resto del mundo árabe”, dice ella. Amal, por el contrario, milita por los derechos de las mujeres. No está dispuesta a formar parte de un movimiento que agrupa también a los islamistas. Ese es el punto en el que el movimiento crea controversia y divide a los partidarios del cambio, a las familias, a los amigos, a la sociedad civil y a la izquierda.

Alí, profesor de francés, es optimista sobre los cambios profundos que están por venir. Sin embargo, para obtenerlos será necesario tiempo y esfuerzo.

cafebabel

No hay comentarios:

Publicar un comentario