Islandia es libre. Y lo seguirá siendo, siempre y cuando la gente desee mantener su autonomía de la dominación extranjera de los que aspiran a ser sus amos – en este caso, los banqueros internacionales.
El 9 de abril de 2011, el pueblo feroz e independiente de la isla-nación derrotó en un referéndum que habría rescatado al Reino Unido y los Países Bajos cubriendo los depósitos que los inversores británicos y holandeses habían perdido en los fondos del banco Icesave en 2008.
En el momento del fracaso del banco, Islandia se negó a cubrir sus pérdidas. Sin embargo, el Reino Unido y los Países Bajos, han exigido que Islandia pague por el “préstamo” como condición para la admisión en la Unión Europea.
En respuesta, los islandeses le han dicho a Europa que se vaya. La votación final fue de 103.207 a 69.462, o 58,9 % al 39,7 %. “Los contribuyentes no deberían ser responsables de pagar las deudas de una entidad privada”, dijo Sigriur Andersen, un portavoz del grupo de asesoramiento que se opuso al rescate.
Un referéndum similar en 2009 sobre el tema, aunque con duras condiciones, encuentra a un 93,2 por ciento del electorado islandés rechazando una propuesta para garantizar los depósitos de los inversores extranjeros que había en el banco islandés. El referéndum se invoca cuando el presidente Olafur Grimmson Ragnur vetó la legislación del Althingi, el parlamento de Islandia, que había pasado a pagarle a Británicos y holandeses.
Bajo los términos del acuerdo, Islandia tendría que pagar £ 2350 millones al Reino Unido, y € 1320 millones a los Países Bajos hasta 2046 a una tasa de interés del 3 por ciento . El rechazo por segunda vez por parte de Islandia es un testamento a su pueblo, que siente que no debe asumir ninguna responsabilidad por las pérdidas que los extranjeros sufrieron en la crisis financiera.
La oposición a los rescates llevó a la decisión de Islandia de permitir que el banco caiga en 2008. Sin que los contribuyentes paguen por eso. Como ha señalado por Bloomberg News, en el momento en que la crisis estalló en 2008, “los bancos tenían deudas igual a 10 veces el PBI de Islandia de 12 mil millones dólares”.
“Estos eran bancos privados y no se inyectó dinero en ellos para mantenerlos en funcionamiento, el Estado no asumió la responsabilidad de los bancos privados en quiebra”, dijo el presidente de Islandia, Olafur Grimsson a Bloomberg Television.
El rechazo de los votantes se produjo pese a las amenazas para aislar Islandia de la financiación de las instituciones financieras internacionales. La deuda nacional de Islandia ya ha sido degradada por las agencias calificadoras de crédito, y ahora esos mismos organismos se han comprometido a hacerlo una vez más como castigo por desafiar la voluntad de los banqueros internacionales.
Esto es lo último en el largo drama desde el año 2008 en que las instituciones globales se niegan a asumir sus pérdidas en la crisis financiera. Amenazas sobre una depresión económica mundial y demandas por ser “demasiado grandes para caer” han equiparado un arma cargada en la cabeza a los jefes de gobiernos representativos en los EE.UU. y Europa. Islandia es de particular interés, porque no rescata a sus bancos como Irlanda lo hizo, o extranjeros como EE.UU.
Si ese fervor se populariza entre los contribuyentes de todo el mundo, como ha ocurrido en Islandia y con el movimiento de protesta en Estados Unidos, los bancos tienen qué temer, es decir, la imposibilidad de sacar cantidades ilimitadas de financiamiento de los funcionarios crédulos del gobierno y bancos centrales . Parece que la raíz del problema son las garantías del gobierno, ya sean explícitas o implícitas, en la toma de riesgos por los bancos.
En última instancia, esas garantías no son necesarias para mantener el pleno empleo, o incluso sostener una economía en crecimiento, simplemente están diseñadas para permitir que estas instituciones internacionales sobre-influencien y aumenten sus márgenes de beneficios en los buenos tiempos – y para evitar pérdidas catastróficas en los malos tiempos.
La lección aquí es instructiva desde el otro lado del charco, pero escalofriante. Si EEUU – o cualquier otro soberano, para el caso – intenta reestructurar sus deudas, u obligar a los inversores privados a cortarse el pelo en sus propias apuestas tontas, estas instituciones internacionales han prometido, en respuesta, el equivalente a la guerra económica. Sin embargo, la alternativa es que los gobiernos representativos sacrifiquen su independencia a un grupo de banqueros sin rostro que no comparten ninguna lealtad a ninguna nación.
Es el conflicto que ya ha definido el principio del siglo 21. La pregunta es si los pueblos libres optan por permanecer libres, como Islandia, o someterse.
Por Bill Wilson* en NetRightDaily
(Traducido por Arielev, revisado por DESPERTARES)
*Bill Wilson is the President of Americans for Limited Government. You can follow Bill on Twitter at @BillWilsonALG.
Enviado por Nicolás Martorell
Fuente: sleepwalkings
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