ByPass de la Libertad desde la Flotilla2: por Álvaro Herráiz
Artículo enviado por Álvaro Herraiz San Martín desde La Flotilla2
Impasiblemente, los “de arriba”, miran. Mucha información vuela contradiciéndose a la verdad. El plato de la balanza correspondiente a la Justicia sigue dejando de caer ante el plato del crimen, de la vergüenza, la impasibilidad, el sin-motivo, la sin-razón, el odio. Un plato que cae por el peso del control y el valor económico de las armas, por su adjudicación y el uso que se hará de ellas, por el valor del hormigón apilado que cubre tierra, mar y aire alrededor del espacio vital de una población cuyos derechos y deberes se evaporan, ciñendo la filosofía de vida de un millón de almas en la ardua tarea de seguir sonriendo cada mañana. Unas almas que sin ser errantes, no podrán ver cumplidos sus sueños en vida ni dejar volar sus cenizas tras la muerte debido a la delimitación física y de desplazamientos que tienen a día de hoy sus cuerpos.
Gaza es una región que resiste ante avances genocidas que salen impunes cual chiquillada de adolescente quinceañera. Chiquilladas en clave de asesinato cultural y de ciudadanía condenando a la desaparición uno de los puntos neurálgicos claves en la idiosincrasia mediterránea. Una adolescente que rebasa las seis décadas y a quién le siguen riendo todas sus actuaciones y salidas de tono.
Pasa el tiempo y el espacio se achica. Generaciones de gazatís ven sus días acabarse nada más salir del vientre materno. Pensar en un futuro tiene fronteras. Pensar en el pasado reabre heridas. Pensar en el presente puede tener fecha de caducidad ante cualquier eventualidad comúnmente esperada. Pensar en amar a distancia está prohibido, pues tiene fronteras. Pensar por pensar, de por sí, tiene consecuencias negativas.
Sin embargo, el Mundo se ha cansado de crecer con carencias. Un Mundo sin la vitamina de la ternura, sin glóbulos de solidaridad, carente en plaquetas de humildad y con raquitismo humanitario, comienza a recuperarse con vistas a ser operado y dado de alta en muy poco tiempo. Oriente Medio y el Norte de África impulsan el pulmón democrático que alienta y bombea el corazón de sus pueblos. Europa recibe inyecciones de cortisona ante un número de picaduras económicas, sociales y culturales que han hundido a la población de sus estados. Sudamérica, aún cojeando, comienza a dar sus primeros pasos tras décadas y décadas sin levantarse de la cama. Desgraciadamente y siendo objetivos, Palestina necesita de un bypass que desbloqueé la arteria que haga llegar sangre a su corazón para finalmente, tornar a bombear vida. Por lo tanto, un numeroso grupo de personas procedentes de decenas y decenas de nacionalidades, un amplio crisol cultural, religioso y político, un abanico de opiniones, y sin embargo, el mismo cariz humanitario y la misma sensibilidad reflejada en un mismo punto, desean unirse para operar y reabrir esa arteria que oprime el goteo constante que hace vibrar un corazón tan pleno de historia y sensaciones. La operación se hace esperar. Entretanto, se hace un balance de los preparativos y cuán duro fue el hecho de llegar hasta el pre-operatorio. Es imprescindible operar, pese a que ello conlleve no triunfar en el intento.
El cateterismo consistirá en introducir en alta mar una flota de barcos plenos de gente con ganas de reabrir el bloqueo. La gente está preparada, las fuerzas se aúnan en un grito de unidad y fuerza, una fuerza demostrada en base a una actuación contra el problema, sin que por ello corra el mínimo riesgo de dañar cualquier otro órgano vital.
Se ha unido el mejor equipo médico. El quirófano está preparado y no se hará uso de bisturí ni ningún otro utensilio que deje cicatriz a paciente, o indirectamente, a quienes operan. Son y serán muchas las horas que dure aquello, es mucho el sudor que caerá en las gasas y muchas las lágrimas y la desazón de quienes desde lejos, esperan ansiosos una respuesta tras verse acabada la operación. Es una operación que no puede dejar secuelas, pero que se habrá de repetir hasta conseguir el objetivo deseado.
Por ello, la Flotilla ha de salir. El equipo médico no es internacional, sino internacionalista. Llegar a Gaza es una obligación moral para todos aquellos que añoran un mundo en Paz. Romper el bloqueo político significará apertura económica, cultural y social para una población que no quiere condenar su existencia al olvido histórico. Una población que lucha por perdurar en la existencia. Una población que lucha por vivir, pero inevitablemente, requiere de oxígeno humanitario. Cantidades de oxígeno que serán suministrados por equipos médicos cuya máxima sea el cumplimiento del Código Hipocrático en clave de militancia y compromiso activo. La operación comienza en pocos días y no sabremos cuál será su duración. Sí intentaremos que el resultado sea el mejor posible.
Álvaro Herráiz y abdotounsi
03/07/2011
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